Este finde me dediqué casi exclusivamente a instalar (por fin!) Kubuntu (la versión KDE de Ubuntu) en mi pc. Como no me animaba a instalarlo directamente y hacer un dual-boot, porque realmente no tenía idea de cómo iba a ser una de mis primeras interacciones con Linux, decidí hacerlo sobre una VM.
La VM elegida fue la de VirtualBox, por recomendación de cHagHi.
En fin: instalé VirtualBox, creé la VM, se booteó desde el LiveCD de Kubuntu e instalé. Todo muuuuuy sencillo. Demasiado. Hasta el momento en el que quise instalar Firefox... que patada!
Claro, tengamos en cuenta que las pocas, poquisimas veces que laburé con Linux, hice poco y nada, por lo cual ni siquiera conocía el concepto de instalar una aplicación por packages.
Lógicamente, al principio se me hizo cuesta arriba, conocer el SO, interactuar con la consola (y toda su potencia), recordar los comandos. Por suerte, cHagHi apareció en el chat en el momento que más lo necesitaba. Allí me dió una clase super intensiva de comandos (de los cuales en este mismo momento no recuerdo ninguno...) y logró desasnarme un poco.
Por suerte hasta el momento mi experiencia es muy buena (más allá de un par de cosillas relacionadas con la acutalización de packages, versiones y otras yerbas), más que nada gracias a la infinidad de gente que se apiada de los ignorantes como yo y postea en blogs cientos de comandos de consola que me sacaron de más de un apuro.
En si, será cuestión de acostumbrarme lo suficiente como para finalmente switchear para tener Linux como host y Windows como guest. Tiempo al tiempo.
P.D.: Alabado sea el sudo apt-get!
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